Todo es igual. No puedo seguir. Nada me anima. Nada motiva. Todo es igual. Sigue un círculo vicioso o lineal, como prefiráis. Hay que sacarse una carrera, porque así tienes algo a mano. ¿Pero qué puñetera carrera? ¿Cuál? ¿Y cómo? Si soy incapaz. Lo logre o no lo logre, luego hay que trabajar... 25 años mínimo... Hasta los 75 para los jóvenes de ahora, qué genial. No paro de imaginar en mi mente que acabaré cual vagabunda como los que veo todos los días en Puerta de Atocha. Han asentado ahí su hábitat. Y dentro de unos años estaré ahí con ellos. Porque aquí sigo, sin concentrarme en nada, sin motivarme en nada. No tengo motivación para trabajar, para estudiar. Voy a la universidad todos los días. Tengo a palurdos por profesores... ¿pero qué coño pasa en el mundo? ¿cómo esperan que resuelva mi vida y sea un genio con los estudios, con los amigos, la familia, el físico, la personalidad, el ingenio, la labia, la presencia, el tacto, la comunicación, la empatía, la vida, los planes, la responsabilidad, la presión, la pareja (si la hubiera, que no la hay) y un larguísimo etc, todo ello relacionado intrínsecamente? No, no. Es imposible. Im-po-si-ble. Y estoy hasta los cojones.
Perdón por este párrafo pero tenía que desahogarme. No sé qué más contaros. Qué voy a hacer cuando acabe el curso, nadie lo sabe...
Socorro.
Perdón por este párrafo pero tenía que desahogarme. No sé qué más contaros. Qué voy a hacer cuando acabe el curso, nadie lo sabe...
Socorro.